Infinitas amalgamas
Uno de los componentes del esencialismo de género, el eterno femenino, arquetipo psicológico y precepto filosófico, panea las obras de Lorena Chaplin; quien reflexionando y purificando cualquier distorsión de su ámbito interior, toma el mando de su autorealización, con una insaciable ansia de belleza.
El rostro de sus mujeres denotan la emancipación y liberación, adquiriendo poder, sin perder hermosura y femeneidad, teniendo como hebra conductora la seducción.
Las obras realizadas con acrílico sobre lienzo, en algunos casos tienen incorporados materiales extra pictóricos, enriqueciendo la composición, en su monocromía.
Esos rostros femeninos, frontales, de perfil, ladeados, algunas veces relacionados, establecen una misteriosa conexión dialéctica entre la quietud y el movimiento.
En los años veinte del siglo pasado se plasma un culto a la juventud, que los sesenta se limitó a recuperar y es en este *momento Chaplin* que vemos a la mujer aparecer con sus miles de formulas y componentes.
Es en esta dimensión, donde realizamos un intenso entrenamiento para el alma y todas las experiencias son lecciones y estas representaciones son conscientes de ese adiestramiento.
En algunas aparece esa prosperidad interna de sensaciones y sentimientos, materializada en indescriptibles flores, como fondo base o jerárquicas; lo femenino, en un intenso amor por la libertad.
Estas imágenes tal vez pertenezcan a mujeres que en algún momento se dirijen a esa zona liberada de la asamblea metafísica, que es el teatro de la vida..
Roque De Bonis
Investigador en Arte Contemporáneo